Saturday, January 11, 2025

Sleepaway Camp II: Unhappy Campers (1988), de Michael A. Simpson

"Cuando vayas de campamento solo lleva lo esencial."

La fiebre del slasher horror que se vivía por los años 80' comenzaba a bajar su temperatura estrepitosamente a finales de la década. Las interminables secuelas de las franquicias más exitosas ya comenzaban a demostrar señales de fatiga creativa, además de desviarse más por el camino de la comedia que el suspenso, enfoque del que no se despego hasta los 90'. Fue esta bancarrota creativa la que justifico que cualquier cinta que hubiera obtenido mediano éxito tuviera su obligada segunda parte, cuestión de la que la saga de Sleepaway Camp tampoco pudo escapar.

La película original, dirigida por Robert Hiltzik, no es más que un slasher del montón en cuanto a contenido, pero con un final tan memorable que le ha otorgado el estatus de clásico de culto, y más importante, una taquilla de más de once millones de dolares de un presupuesto de solamente trescientos cincuenta mil. Todos estos ingredientes cocinaron una idea en la mente de uno de los productores de la primera cinta, Jerry Silva, quien convenció a la sórdida compañía Double Helix para atiborrarse los bolsillos con una (innecesaria) continuación de la saga de Angela Baker. La idea les gusto tanto que escogieron a Michael A. Simpson como director no de una, sino que de las dos secuelas que planeaban lanzar. Efectivamente, para mantener el presupuesto a menos de un millón se filmo la parte dos y tres de manera continua.

Sleepaway Camp II: Unhappy Campers transcurre cinco años después de los eventos de la cinta madre. Angela (Pamela Springsteen) ha completado su tratamiento psicológico -electro shock incluido- y es contratada en el mejor empleo posible para ella: consejera en el campamento de verano Rolling Hills. A pesar de esto, las viejas costumbres no son sencillas de eliminar, ya que Angela mantendrá su cruzada de darle una lección a todos aquellos adolescentes que prefieran fornicar en vez de cantar canciones de fogata, drogarse en vez de nadar en los claros ríos o tomar fotos desnudas de sus compañeras en vez de a la naturaleza. En esta oportunidad, el grupo de adolescentes esta formado por variopinto grupo de previsibles clichés, como la promiscua Ally (Valerie Hartman),  el atractivo Sean (Tony Higgins) y la bonachona Molly (Renée Estevez). 


El resultado es un filme que no se esfuerza lo más mínimo en crear una atmósfera de suspenso o de intentar crear algo de tensión, todo lo contrario, pone todos sus esfuerzos en las escenas de asesinatos –algunas ingeniosas, muchas del montón, una sencillamente brutal- y en los one liners de Angela antes de cada ejecución, lo que le otorga a la comedia todo el protagonismo en la película. Lo que en muchas ocasiones podría significar una razón para alejarse en este caso es lo contrario, ya que Pamela Springsteen hace la diferencia en su papel de asesina slasher, y no porque sea una gran actriz necesariamente, más bien por su contagiosa energía en el rol que deja en evidencia que disfruto cada segundo al interpretar a la transtornada Angie, lo que se transmite gloriosamente al espectador, quien también va a disfrutar, a pesar de la edición caótica y las actuaciones de plástico. Destaco la participación de la banda canadiense Anvil en la banda sonora con "Straight Between the Eyes" and "Wild Eyes", porque el heavy metal siempre hace una excelente pareja junto al horror.

Sus cortos 80 minutos de duración le acaban por jugar a favor al mantener un ritmo ágil que, aunque en su mayoría no espectaculares, no escatima en las matanzas en pantalla. También cuenta con varios homenajes a otros titanes del género (como Halloween, Friday the 13th, Texas Chainsaw Massacre y A Nightmare on Elm Street) y, sorpresivamente, también cuenta con varios guiños sutiles al largometraje original, lo que demuestra respeto al material precursor,  algo que los fanáticos siempre pueden agradecer. Eso sí, no esperen encontrar un plot twist como el de la primera parte, aquí se trata de seguir la fórmula de la década en cuanto a cine slasher, nada más.

Sleepaway Camp II: Unhappy Campers no se preocupa de ofrecer absolutamente nuevo ni para el género ni tampoco la historia de Angela, pero logra tomar el escenario de la propuesta original para crear un filme sencillo, barato y ridículo que logra ser lo suficientemente entretenido para no hacer sentir al público que no perdió su tiempo por completo, y cuando se trata de estas secuelas con el signo dólar marcado por todas partes, para este humilde bloguero, eso es más que suficiente. 


Wednesday, January 1, 2025

He Knows You're Alone (1980), de Armand Mastroianni

"Todas las chicas estan nerviosas la noche antes de su boda, pero esta vez... ¡hay una buena razón!"

Los 80’ fueron una época de glorioso descubrimiento para la humanidad. Madonna cantaba sobre la liberación de perder la virginidad, el heavy metal se apoderaba de las juventudes rebeldes con su rapidez y sonido arrollador, los colores neón vestían las noches  de brillo fosforescente, la industria pornográfica comenzaba a asomarse al mainstream y las mujeres comenzaron a usar llamativos vestidos ajustados que resaltaban sus curvilíneas figuras. Pero, además de todo eso,  despertaba otro fenómeno que se apoderaría de la década y saciaría el ansia de sangre y violencia de toda una generación: el cine de horror slasher.

Lo que empezó con un carácter más subterráneo de la visión de Mario Bava (Bay of Blood), continuo de manera sigilosa por Tobe Hooper (The Texas Chainsaw Massacre) y Bob Clark (Black Christmas), se estructuro por John Carpenter (Halloween) y se consolidó por Sean S. Cunningham (Friday The 13th), fue entonces tomado por Armand Mastroianni para crear He Knows You’re Alone, cinta de 1980 que puede jactarse de ser uno de los primeros clones de lo que los antiguos escultores del genero se tomaron años para edificar.

La trama sigue a Amy Jensen (Caitlin O'Heaney), una joven mujer pronta a casarse pero que tiene segundos pensamientos sobre si esta lista para tal compromiso. Al mismo tiempo, somos testigos de los asesinatos cometidos por Ray Carlton (Tom Rolfing), un psicópata que se volvió loco tras ser abandonado por su novia, a quien asesina el día de su boda con el detective Len Gamble (Lewis Arlt), quien ha jurado encontrarlo y llevarlo a la justicia. No pasará mucho tiempo hasta que este asesino se interese en Amy, ya que sus víctimas comparten la idea del matrimonio o el compromiso.

Afirmar  que esta película es una de las copias más tempranas de Halloween no es una simple exageración; es posible apuntar con el dedo algunos planos que son demasiado similares como para llamarlos tan solo un tributo  (Amy caminando por la acera de regreso a su hogar), así como es posible señalar a la banda sonora, que toma el clásico tema de la película de Carpenter y lo reinterpreta con el simple cambio de una nota para que el descaro no sea demasiado obvio. Ahora bien, uno imaginaría que el calcar un proyecto como la historia de Michael Mayers resultaría en un producto, por lo menos, entretenido. Lamentablemente no es así; las actuaciones en su mayoría no logran convencer, las muertes son casi todas insípidas (exceptuando la brutal imagen del tanque de peces en el acto final) y la dirección no termina de construir una atmosfera lo suficientemente de suspenso ni tampoco es demasiado violenta para entrar de lleno en el horror. Pero no teman, ya que cuenta con la innecesaria -o tal vez sí, dependiendo del elegante lector/a- escena de desnudos que se volvería un ingrediente infaltable del género.

No todo es negativo. El trabajo de Mastroianni se puede jactar de ser influyente, puesto que la estructura de la escena metacinematográfica del comienzo se repite en la mucho más famosa Scream 2 (Wes Craven), además ser el debut en la pantalla grande de Tom Hanks. Sí, Tom Hanks, cuyo personaje resulto tan carismático que los productores cambiaron de opinión a último minuto y decidieron dejar a su personaje vivo. Llama la atención como muchos actores de grandes producciones le deben sus primeros pasos al mal visto cine de horror, ¿verdad?

He Knows You’re Alone comete el peor de los pecados de basarse en obras anteriores, ya que no ofrece nada absolutamente nuevo que justifique su existencia y, de hecho, logra avejentar a pasos muy rápidos la fórmula del slasher, lo que vuelve el filme pesado en su hora treinta y cuatro minutos de duración. Al parecer, su único propósito era servirse de lo que estaba de moda de momento para asegurar una buena taquilla, cuestión que logra con creces: con un presupuesto de 300 mil dólares logro embolsarse la no modesta suma de 4 millones, todo un éxito. De todas maneras, el director pasaría a dirigir obras más interesantes, e históricamente es una pieza interesante para los fanáticos del slasher.