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"Cuando vayas de campamento solo lleva lo esencial."
La fiebre del slasher horror que se vivía por
los años 80' comenzaba a bajar su temperatura estrepitosamente a finales de la
década. Las interminables secuelas de las franquicias más exitosas ya
comenzaban a demostrar señales de fatiga creativa, además de desviarse más por el
camino de la comedia que el suspenso, enfoque del que no se despego hasta los
90'. Fue esta bancarrota creativa la que justifico que cualquier cinta que
hubiera obtenido mediano éxito tuviera su obligada segunda parte,
cuestión de la que la saga de Sleepaway Camp tampoco pudo
escapar.
La película original, dirigida por Robert
Hiltzik, no es más que un slasher del montón en cuanto a contenido, pero
con un final tan memorable que le ha otorgado el estatus de clásico de culto, y
más importante, una taquilla de más de once millones de dolares de un
presupuesto de solamente trescientos cincuenta mil. Todos estos ingredientes
cocinaron una idea en la mente de uno de los productores de la primera
cinta, Jerry Silva, quien convenció a la sórdida compañía Double
Helix para atiborrarse los bolsillos con una (innecesaria) continuación de la
saga de Angela Baker. La idea les gusto tanto que escogieron a Michael
A. Simpson como director no de una, sino que de las dos secuelas que
planeaban lanzar. Efectivamente, para mantener el presupuesto a menos de un
millón se filmo la parte dos y tres de manera continua.
Sleepaway Camp II: Unhappy Campers transcurre cinco años después de los eventos de
la cinta madre. Angela (Pamela Springsteen) ha completado su tratamiento
psicológico -electro shock incluido- y es contratada en el mejor empleo posible
para ella: consejera en el campamento de verano Rolling Hills. A pesar de esto,
las viejas costumbres no son sencillas de eliminar, ya que Angela mantendrá su cruzada de darle una lección a todos aquellos adolescentes que prefieran fornicar en
vez de cantar canciones de fogata, drogarse en vez de nadar en los claros ríos o tomar
fotos desnudas de sus compañeras en vez de a la naturaleza. En esta oportunidad,
el grupo de adolescentes esta formado por variopinto grupo de previsibles
clichés, como la promiscua Ally (Valerie Hartman), el atractivo
Sean (Tony Higgins) y la bonachona Molly (Renée Estevez).
El resultado es un filme que no se esfuerza lo más mínimo en crear una atmósfera de suspenso o de intentar crear algo de tensión, todo lo contrario, pone todos sus esfuerzos en las escenas de asesinatos –algunas ingeniosas, muchas del montón, una sencillamente brutal- y en los one liners de Angela antes de cada ejecución, lo que le otorga a la comedia todo el protagonismo en la película. Lo que en muchas ocasiones podría significar una razón para alejarse en este caso es lo contrario, ya que Pamela Springsteen hace la diferencia en su papel de asesina slasher, y no porque sea una gran actriz necesariamente, más bien por su contagiosa energía en el rol que deja en evidencia que disfruto cada segundo al interpretar a la transtornada Angie, lo que se transmite gloriosamente al espectador, quien también va a disfrutar, a pesar de la edición caótica y las actuaciones de plástico. Destaco la participación de la banda canadiense Anvil en la banda sonora con "Straight Between the Eyes" and "Wild Eyes", porque el heavy metal siempre hace una excelente pareja junto al horror.
Sus cortos 80 minutos de duración le acaban por
jugar a favor al mantener un ritmo ágil que, aunque en su mayoría no
espectaculares, no escatima en las matanzas en pantalla. También cuenta con
varios homenajes a otros titanes del género (como Halloween, Friday the 13th, Texas Chainsaw Massacre y A Nightmare on Elm Street) y,
sorpresivamente, también cuenta con varios guiños sutiles al largometraje
original, lo que demuestra respeto al material precursor, algo que los fanáticos siempre pueden agradecer. Eso sí,
no esperen encontrar un plot twist como el de la primera parte, aquí se trata
de seguir la fórmula de la década en cuanto a cine slasher, nada más.
Sleepaway Camp II: Unhappy Campers no se preocupa de
ofrecer absolutamente nuevo ni para el género ni tampoco la historia de Angela,
pero logra tomar el escenario de la propuesta original para crear un filme
sencillo, barato y ridículo que logra ser lo suficientemente entretenido para
no hacer sentir al público que no perdió su tiempo por completo, y cuando se
trata de estas secuelas con el signo dólar marcado por todas partes, para este
humilde bloguero, eso es más que suficiente.
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